miércoles, 30 de junio de 2010

LOS LENTES MILAGROSOS


El abuelo Nybakken amaba la vida, especialmente cuando podía jugarle una borma a alguien. Entonces comenzaba a temblar de la risa por las reacciones de sus amigos, o mejor dicho sus vícitmas. Pero un frío día sábado en la ciudad de Chicago, Dios le jugó a el una broma. Nybakken era carpintero y en ese día paticular estaba trabajando como voluntario para hacer un armario que permitiera ordenar y guardar ropa usada en buen estado, que su iglesia pensaba enviar a un orfanato en China.


Cuando el abuelo terminó de construir el armario, ayudó a guardar y ordenar la ropa en categorías para que fuera más fácil distribuirla en el orfanato. Al terminar el día el abuelo Nybakken estaba feliz por el trabajo y contento de haber sumado su granito de arena. Camino a su casa metió su mano en el bolsillo para sacar sus lentes, pero no estaban.


Repasó las acciones podía recordar nada. Seguramente se le habían caído sin darse cuenta. Pero donde? El vuiejo carpintero no tenía dinero para remplazar esos lentes, que habían sido una inversión especial. Pensó que no era justo perderlos y le reclamó a Dios con frustración: "Viajé desde lejos para hacer este servicio y trabajé hasta el cansancio, pero ahora ocurre esto".


Algunos meses después, el director del orfantato de China visitó la pequeña iglesia del viejo carpintero. Agradeció a la gente por su fidelidad en ayudar al orfantao. Hizo una pausa y dijo: "Quiero agradecer especialmente los lentes que enviaron. Cuando los coministas arrasaron con el orfanato destruyeron hasta mis lentes Donde vivimos es muy difícil conseguir anteojos, y yo estaba desesperado. Mi trabajo se había vuelto casi imposible sin ellos y habíamos puesto el problema en oración con el equipo porque todos sabían cuánto los necesitaba. En esos días llegaron las donaciones de esa iglesia, y al abrir el armario más grande, encima de la ropa estaban estos lentes. Nos sorprendimos, porque cuando enviamos la lista de lo que necesitábamos no habíamos incluido los lentes, porque no sabíamos como dar a entender las medidas y el aumento de los lentes. Pero cuando me los puse vi que eran exactamente como los necesitaba. Como si hubieran sido hecho a la medida.


Muchas gracias por su increíble generosidad. No sé como pudieron hacerlo."


La congregación escuchó las palabras del misionero aunque no sabían muy bien de qué hablaba. Pero en las filas del fondo, con lágrimas en sus ojos, estaba un hombre común que un un día poco común había sido usado por el Carpintero de carpinteros de una manera extraordinaria, porque estaba haciendo su tarea lo mejor que podía. Eso hace nuestro Dios: cada uno de nosotros sirve a los demás con sus dones y talentos y el El Señor reúne esos granitos de arena y hace una MONTAÑA DE BENDICION...

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